Jairo Estacio, Gabriela Rodríguez, Diana Salazar.
Antecedentes.
Dentro del marco del Taller de Jóvenes Investigadores del Área Andina (Ecuador, Perú y Bolivia) organizado por el Programa Andino de Capacitación e Investigación de la Vulnerabilidad Urbana (PACIVUR) del IRD en Lima-Perú, se realizaron salidas de campo a fin de identificar espacios de riesgo representativos, sus formas de vulnerabilidad y de gestión de crisis en algunos cerros de la ciudad de Lima.
De los riesgos observados, la mayoría están relacionados con deslizamientos (o también denominados huaycos), derrumbes y hundimientos localizados especialmente en zonas de laderas y vertientes de quebradas de los cerros de El Agustino y Luringancho-Chosica respectivamente. Si bien existen registros históricos de varios desastres suscitados en Lima y en particular en estas zonas1, aún las acciones de reducción de riesgos son limitadas y enfocadas mayoritariamente al control de la amenaza. Justamente, la presencia de estos desastres ha generado acciones y proyectos por parte de autoridades locales y de la población, enfocadas, en muchos casos, a consolidar obras de mitigación para el control de taludes y manejo de crecidas de caudal en las quebradas, en contraste con las pocas acciones de control y prevención de la continua y acelerada ocupación poblacional en zonas de riesgo.
EL CASO DEL CERRO EL AGUSTINO: DEL RIESGO A LOS PROYECTOS DE DESARROLLO
A primera vista uno de los aspectos que sobresale en este sector es la forma de ocupación poblacional espontánea y sin aparente planificación a lo largo de todas las laderas de fuerte pendiente, fomentando el cambio de uso del suelo vacante o con usos restringidos de un gran porcentaje de la superficie del cerro. A esto se suma una problemática social muy marcada, pues la mayoría de estos asentamientos son informales y de bajos recursos económicos, generando un impresionante problema de pobreza y marginalidad expresada no solo por sus condiciones visibles de fragilidad sino por la gran extensión de cinturones de pobreza que ocupa casi toda el área distrital de El Agustino.
1 Algunos huaycos importantes se registran en 1987 en los sectores de Chosica y el Callao, hundimientos y derrumbes en 1996 en El Agustino y los más recientes se registraron en febrero del 2009 nuevamente en el sector de Chosica y sus sectores aledaños en el cerro de Huarochiri.
Los asentamientos informales evidencian la formación de un riesgo bastante común en las ciudades andinas de Quito, La Paz y Lima. Es decir, la presencia de vulnerabilidad física expresada por viviendas precarias en lugares expuestos a amenazas de origen natural, conjugadas, además, con vulnerabilidades económicas, educacionales y perceptivas de la población.
En este caso, las formas de ocupación de los asentamientos humanos en el Cerro El Agustino tienen su origen, en parte, a la fácil adquisición del suelo por sus costos bajos y de otro lado, en las formas de invasión poco controladas por parte de las autoridades pertinentes locales. La población de bajos recursos económicos implanta sus viviendas en sitios con pendientes igual o mayores a los 45 grados de forma precaria, con materiales delebles y de poca previsión antisísmica, lo que evidentemente causa situaciones de riesgo muy comunes en la zona (ver foto 1).
Sin embargo, los riesgos de origen natural relacionados a deslizamiento y huaycos no son el único problema de éste Distrito. Las condiciones de marginalidad y de poca atención en cuanto a revertir los problemas de inseguridad ciudadana, la caracterizan como una zona de mayor vulnerabilidad social. Frente al tema, la población ha iniciado ciertas acciones reactivas. Por ejemplo, medidas de vigilancia y de control de determinadas zonas a través del “serenazgo comunitario” y la contratación de policías (durante nuestra visita pudimos ser testigos de aquello).
A pesar de esta realidad social y territorial, las autoridades municipales presentan una percepción diferente del problema, pues consideran más bien que la zona presenta potenciales paisajísticos para un desarrollo turístico. En efecto, la propuesta de un proyecto urbano (mirador) en la cima del cerro, que vendría acompañado de acciones como: asfaltado de vías, construcción de graderíos, protección de taludes y drenajes, embellecimiento paisajístico, es visto por las autoridades como una medida para eliminar el riesgo social y en parte el riesgo de huaycos y al mismo tiempo, sería una manera de impulsar económicamente la zona. No obstante, es conocido que las formas de gestión territorial a partir de obras civiles y la puesta en marcha de infraestructuras de desarrollo es una forma de gestión con tendencias “fisicalistas” y muchas veces “clientelares”, que ayudan al bienestar y mejoramiento de la población urbana pero no elimina el problema social de fondo relacionado con la pobreza, los asentamientos informales en zonas de riesgo o el hacinamiento (ver foto 1). Por ello, se requeriría una gestión integral de reversión social aunada a este proyecto municipal a fin de reducir las vulnerabilidades que son limitantes para su desarrollo local.
Foto 1: Localización de viviendas en zonas de altas pendientes en el Mirador de El Agustino- Lima (Peru)
Fuente: Grupo Ecuatoriano, septiembre 2009
EL CASO DE LURIGANCHO CHOSICA: LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
Lurigancho Chosica es otro ejemplo de los espacios de riesgo de origen natural y sus formas de gestión. Este sector ha tenido un proceso de asentamiento informal muy agudo y formas caóticas de ocupación poblacional en sitios muy sorprendentes. Una de los aspectos visuales que llama fuertemente la atención es la localización de asentamientos humanos en sitios de pendientes muy agrestes (rocosos) y sin vegetación protectora, muchos colindantes con quebradas de altas crecidas en tiempos invernales. Es decir, la necesidad de la población en adquirir un sitio de vivienda propia y de bajo costo de suelo ha sido lo más importante, a tal punto que poco ha importado el alto costo de la vida misma y sus bienes expuestos (ver foto 2). En efecto, la población se encuentra expuesta a amenazas de deslizamiento y derrumbes evidentes no solo por las elevadas pendientes sino por las condiciones de suelo que en temporadas invernales pueden acrecentar y agravar los problemas de movimientos en masa de la zona.
Por otra parte, al comparar este sector con El Agustino, las condiciones de las viviendas muestran mayor precariedad y la vulnerabilidad social es muy evidente no solo por los niveles de pobreza sino por la falta de servicios básicos y atención social, asi como de movilidad y transporte (ver foto 2). Esta situación agrava los escenarios de riesgos de desastre y en contraste, muestra a la población conviviendo diariamente con ellos como parte de su cotidianidad.
Con estos antecedentes, las autoridades locales como Defensa Civil y Municipio han realizado acciones de mitigación de la amenaza. A partir de 1985 con el fenómeno de El Niño se incrementaron las lluvias y se acrecentaron los niveles de caudal en las quebradas, ocasionando problemas puntuales de huaycos en algunos sectores. Por ello se han implementado varias obras de protección de taludes y terrazas en los drenajes. Sin embargo, estas obras nos son suficientes, pues en años posteriores otros eventos de huaycos han afectado a los
asentamientos de Chosica (sector de San Antonio) destruyendo la vía principal que une a Lima con otros Distritos. Las obras de protección no constituyen sino barreras que trasladan el riesgo hacia las partes más bajas de las quebradas de El Pedregal y El Quirio. De igual forma, la construcción de obras de estabilidad de taludes, contrariamente representan elementos de atracción urbana para asentamientos ilegales localizados en los mismos taludes. Esto demuestra una percepción de “seguridad” para la ocupación informal generada a partir de estos elementos y la ausencia de políticas de planificación y de desarrollo para implementar y acondicionar sitios técnicamente seguros de habitabilidad popular. Al respecto, las políticas públicas no se han enfocado en proyectos sociales para la construcción de viviendas, lo que ha originado asentamientos ilegales de la población de bajos recursos en sitios de peligro. Asimismo, la regularización implementada en varios de estos asentamientos constituye una acción política de construir y ratificar la vulnerabilidad, sin avizorar otras medidas correctivas como la reubicación de la población en riesgo.
Con este antecedente, se evidencia las tendencias de gestión de riesgo de la zona a partir de grandes obras e infraestructuras de mitigación, relegando otras acciones de reducción enfocadas a la vulnerabilidad territorial y social. Efectivamente, existe una carencia de políticas de ordenamiento territorial y de planificación preventiva que prevean la reducción de la pobreza, las malas formas de ocupación de suelo y la reactivación socioeconómica de la zona.
Por ejemplo, en la foto 2 se observa en la parte inferior izquierda la construcción de pequeños muros con rocas que se encuentran in situ para reducir la amenaza de huaycos. Este tipo de intervención es motivada y dirigida por una ONG, junto con la Defensa Civil y la municipalidad desde hace varios años. De esta manera, poco a poco, se observan nuevos asentamientos en las laderas cada vez a mayor altura y en pendientes más fuertes, denotando ciertamente que este tipo de intervenciones, como se ha mencionado anteriormente, provocan una mayor percepción de “seguridad” para los nuevos asentamientos poblacionales. Otro factor de ocupación de la zona se relaciona al hecho de que las fuentes de material de construcción se encuentran en el sitio, lo que abarata los costos de edificación de viviendas.
Foto 2: Formas de ocupación informal en zonas de riesgo en el Sector de Chosica (San Antonio)-Peru
Fuente: Grupo Ecuatoriano-Boliviano, septiembre 2009
Conclusión:
Estos dos ejemplos muestran un problema común relacionado a las formas ilegales e inapropiadas de ocupación de suelo en zonas de riesgo. Asimismo, dejan en claro la importancia de las obras de mitigación para controlar el riesgo por parte de las autoridades locales.
Esta visión de control del riesgo desde la amenaza ha aislado acciones correctivas sobre la reducción de vulnerabilidades las mismas que se han incrementado en un marco de vulnerabilidad social y territorial agudizado por la pobreza y asentamientos informales y precarios.
En El Agustino las autoridades han planteado una forma de reducir los riesgos desde un proyecto de desarrollo turístico a partir de la implementación de obras civiles y grandes infraestructuras, que de un lado mitigarían las amenazas y de otro generarían desarrollo económico local. No obstante, el problema social de fondo como la precariedad, la marginalidad, la pobreza, entre otros aspectos aún permenecerían, pues esta visión, mayormente enfocada en obras fisicas de embellecimiento paisajistico, carece en su forma integral de componentes de reversión y cohesión social.
Por otro lado en Chosica, las formas de gestión y de desarrollo local parecen inexistentes. Esto se evidencia por la falta de visión de desarrollo presentado por
las autoridades pertinentes y la falta de aparentes políticas de inclusión social y de ordenamientos territorial que incorpore la variable riesgo. El resultado es un paisaje urbano de precariedad y de pobreza, donde resalta la vulnerabilidad social y el incremento de los espacios de riesgos de desastres delineando una problemática territorial cada vez más compleja.